Betty Puerto Barrera (2020)
Colombia se caracteriza por un profundo y muy antiguo desplazamiento interno que hasta hace poco más de una década es reconocido como un delito de lesa humanidad. Así mismo, dado el incremento de la guerra y de la imposición del modelo económico neoliberal se intensifica el desplazamiento forzado transfronterizo o desplazamiento transnacional que ocasionan el éxodo hacia el refugio y el exilio. Estas vivencias siempre están acompañadas del desarraigo, la nostalgia, la pérdida de liderazgos, las profesiones aparcadas, solapadas o reconfiguradas a las necesidades del mercado. Además de la pérdida de la identidad y de la ciudadanía, se experimenta una carga económica y emocional tremendamente pesada en las personas que transitan las rutas del exilio y el refugio, sumada a la pérdida de derechos civiles, políticos, sociales y culturales. Entre muchos otros impactos.
El desplazamiento forzado transfronterizo es un hecho victimizante que aún no tiene el reconocimiento que se merece dentro de Colombia, a pesar de la ardua lucha de las organizaciones de víctimas en el exterior que abogan y demandan para que se reconozca y se le tipifique como tal.
En el mismo sentido, existe un fenómeno mucho menos conocido, mucho más invisibilizado, que ocurre en conflictos armados y se enmarca en el éxodo que obliga a las personas al desplazamiento forzado transnacional, se trata del “Insilio”. Este fenómeno de gran complejidad requiere de una comprensión que intentaré explicar desde mi experiencia, desde mi lugar como defensora de derechos humanos, desde mi formación como psicóloga social, como feminista comunitaria en proceso decolonial, y desde un lugar muy importante, desde el lugar de la madre.
El Insilio es el estar dentro del país de origen, pero forzado al silencio…
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